La política española se empantana

Llegaron las elecciones del 26 de junio y ha pasado más de un mes y ahí sigue el país, sin gobierno y empantanado por una clase política inmovilista, calculadora y carente de liderazgo. (Le oí decir el otro día a un personaje de la cultura y la política española que en España “necesitamos líderes que sean hombres de estado y no hombres de partido”. Mejor definición imposible.)

Los tiempos de cambio que se anunciaban antes de las elecciones de diciembre de 2015 se han quedado en nada o casi nada. (Un puñado de escaños para Podemos que, seamos realistas, ¿para qué valen? ¿Para hacer de valiente oposición?) Así que la revolución en la izquierda se ha quedado en polvo que ha volado a ninguna parte. Las promesas e hipótesis de evolución más allá del sistema bipartidista también suenan ahora a proyección mental más que a realidad histórica.

¿Le habrá castigado a Pablo Iglesias, amén de su nefasta actitud y gestión de su capital político tras el 20-D, su asociación con Izquierda Unida? Pues no nos engañemos: si quieres vender aires de progreso y cambio, parece contradictorio asociarse con una entidad política que es el heredero directo de un mamut ideológico del siglo pasado, el Partido Comunista. (Además de por supuesto, dar la impresión de ser calculador y demagógico.)

Y esto lo digo con todo mi respeto a los líderes y afiliados de Izquierda Unida, y del antiguo Partido Comunista, que jugó un papel sustancial en el proceso de democratización y reforma política de nuestro país tras la muerte de Franco, y que ondeó el estandarte de la libertad y la justicia durante los años anteriores a la caída del régimen, cuando otros muchos vivían o acobardados o hipnotizados bajo el peso centrífugo del Franquismo.

Pero estos son otros tiempos, con otros problemas, y nuevos retos, y nuevas circunstancias-como tan bien entendió el núcleo del movimiento del 15-M de donde salió Podemos. ¿Puede uno considerarse progresista e innovador cuando defiende el credo (el comunista, me refiero) de un partido al que le ha adelantado la historia, los nuevos tiempos?

Paralelamente, malísima noticia para la vida política y social de España es el derrumbe de un pilar institucional e histórico de la democracia española: el Partido Socialista. Sus dirigentes, durante los últimos diez años, han reducido a este partido a un papel de segundón en la imaginación y en el mapa político actual.

Lo que si es una constante en nuestro país es que la derecha tradicional nunca desaparece. Y no lo digo necesariamente de modo peyorativo. Siguen aferrados a sus raíces ideológicas: el orden, la religión, las tradiciones, el poder económico. Sigue siendo un malecón ideológico para un grupo grande de la población que necesita, o exige, esa estabilidad moral, social, política y económica.

En España aún hay muchos ciudadanos que piensan así, que se adhieren al ideario del Partido Popular y al modo de hacer de un Mariano Rajoy. Mal que les pese a las Mareas, y a Podemos, y a Sánchez y a sus socialistas. Esa es la realidad de España, no nos engañemos: hay muchos españoles que no quieren que cambien las cosas. Nunca quisieron y nunca querrán.

3 comments

  1. Nice reading as usual. Yo simplificaria, as usual… No pasa nada por tener un gobierno en funciones una temporada (NO estamos SIN gobierno…). Cuesta abajo nunca hubo que pedalear. Los conservadores lo siguen siendo, y siempre lo serán (ra, ra, ra…): sus valores son asimilables a Dios y el alfombrado (W. Allen). Los sociatas lo seguiremos siendo siempre porque, digan lo que digan, algo que tiene que ver con el alma, el arte, la alegría, el cristianismo de base (asumido o no), …, nos diferencia de los anteriores. Solo hace falta un Mesias, y todo parecería distinto… Confió en que aparezca antes de que llegue la cuesta arriba y haya que empezar a pedalear…
    Last, but not least, se trata de pasar a la acción… Yo me voy a afiliar al PSOE en breve.

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    • Sí señor. Acción es la palabra clave. Espíritu cívico = Democracia en acción. Pero la estructura de los partidos políticos está podrida y (también lo estamos viendo en los USA) no tienen NADA QUE VER con la democracia –únicamente con ganar elecciones. Totalmente de acuerdo con tu comentario del “alma”, y lo de los valores: el convencimiento de que hay que ayudar y “acoger” mediante un gobierno inclusivo, no exclusivo

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  2. Y es cierto que no estamos sin gobierno y que las cosas siguen funcionando, lo cual no lo había pensado pero es indicador de los grandes avances estructurales de España en los últimos treinta años. Pero no es menos cierto que la situación que vivimos es un reflejo de problemas más profundos, especialmente de que la casta política que tenemos son de esos que “vienen a servirse y no a servir”, como diría Che Mari en sus tiempos

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